Un pensamiento cruzó mi mente una vez. Nunca me había pasado algo así. Por si fuera poco, cometí el error de decirlo en voz alta. Esa idea se prendió muy fuerte en algún rincón de mi cerebro, que la dejó muy a mano para que siempre esté presente. Con el tiempo fue creciendo y se hizo tóxica. Ya casi duele.
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