miércoles, 18 de abril de 2012

Cerró fuerte los ojos, olvidó todo lo que había visto hasta ese momento para dejarse impresionar nuevamente. Pensar en la ciudad, en todo lo conocido hasta ese momento. Demoró en abrirlos, pues en la total oscuridad también se podía apreciar la energía del lugar. Ese viento eterno (pero moderado esta vez) junto con esa doble sensación en la piel (el frío de la zona y el calor del sol), jugaban con sus sentidos y con su imaginación. Pero abrió los ojos. Ahh, cada elemento del cuadro en su lugar exacto. Escalofríos, calor, una respiración profunda y taquicardia a la vez. Había dudado en una ocasión sobre su propósito en este mundo. Se había preguntado, quizás mas de una vez, si su existencia sería en vano. No encontró una respuesta y, quizas nunca lo haga pero, allí, se dió cuenta de que no importaba. Nada de eso importaba. Había algo mucho mayor. Y si no tenía algún significado su vida pues, ya no era importante, sabía que quería vivir para ver. Vivir para conocer el mundo, vivir para entenderlo, para ver la perfección dentro de tanta imperfección porque lo era, era perfecto. Luego, llorar de rabia. ¿Como podrían existir seres que no sintiera tales emociones en un lugar así? ¿Como podría haber gente cuyos sueños no se dispararan? ¿Como podría haber gente que pareciera odiar esos lugares? Y, sin embargo, ellos parecían saber cual era su lugar en el mundo. ¿Como esas personas podrían encontrar un lugar en un mundo que detestan? Porque, indudablemente, lo detestan. ¿Como puede ser que, amando algo tanto, no pueda sentirse parte de él? ¿Será igual con todo lo que amamos?