Miedo. Pobre, miedo es todo lo que conocía. Miedo a gritarle al mundo, miedo a ser quien es, miedo a vivir la vida, miedo a darlo todo por ese hombre. Ese hombre que prometía un mundo de cosas nuevas, un mundo lleno de vida. Pobrecita, ¿como puede tenerle miedo? ¿No es acaso eso lo que ella quiere? Vivir la vida, no dormir, correr, volar, respirar la naturaleza, sentirse viva, darle alas a sus sueños. La pobre tiene tanto miedo de vivir la vida. La pobre se queda sentada de brazos cruzados decidiendo si saltar a ese mar de revoluciones o si hacer feliz a quienes la rodean. La pobre piensa tanto que se le va el tiempo. Se le escapa y no se da cuenta. Pobrecita, ¿como puede serle más fácil permitir que le corten las alas que volar?

Borrón y cuenta nueva. ¿Se puede empezar a vivir de nuevo?

En algun lado me gusta la idea de la casa con el golden retriever y los chicos correteando por ahí. Pero no en mi corazón, sino más bien el lado de la cabeza que quiere sentirse adaptado a la sociedad. Mi corazón me dice que me escape mientras puedo. ¿Qué dará más satisfacción?

Me vuelve loca. LOCA.

Soy una soñadora como siempre lo fui, pero hoy quiero dejar de soñar y hacerlo todo realidad.

Vivir buscando algo no es saludable. Yo vivo buscando, vivo buscando lo que no se por lo que nunca voy a encontrar la respuesta. Primero debo encontrar qué es lo que estoy buscando y, así, llegamos a algo que nunca hallará una respuesta. Pero a veces, solo a veces, los buscadores nos damos cuenta de que aquello que queríamos saber ya lo sabíamos. A veces, sabemos la respuesta pero no la pregunta.