Como es lógico, las mujeres nos caracterizamos por muchas cosas, dentro de las cuales se encuentra aquella famosa histeria que padecemos todas y cada una de nosotras (¡Vamos muchachas! Ya todo el mundo sabe como somos, sería tonto negarlo) y que los hombres tienen que soportar (algo que hay que reconocerle a los hombres, por cierto). La mayoría nos banca con nuestros cambios de humor, nuestros ataques de celos, con nuestras idas y venidas, nuestras indecisiones, el terrible “no te tengo, te quiero, te tengo, no te quiero”. Y yo no soy una excepción, también soy parte de todo eso y podría crear un blog solo para contar anécdotas en las que la histeria manejó distintas situaciones. De todas formas, para que los hombres no parezcan las únicas victimas, las mujeres también sufrimos por esta afección psicológica perteneciente al grupo de la neurosis (o eso dice Wikipedia).¿O pensaban que ustedes eran las únicas victimas? Claro que no! En la mayoría de los casos, cuando actuamos bajo los efectos de esta.. “afección psicológica” que tanto nos caracteriza, no actuamos con la razón, decimos y hacemos cosas de las cuales nos arrepentimos casi instantáneamente y nos llevan a quedarnos “sin el pan y sin la torta”. No se conocen demasiados casos en los que el histeriqueo haya sido beneficioso, salvo claro en aquellos casos en los que los pobres muchachos quedan atrapados en el “encanto” de nuestras histéricas manos.
Ciertos días, en los que mis hormonas andan algo alteradas, mis ganas de comer aumentan, me hincho y ando algo ciclotímica, lo que me calma es una dosis de Arjona (si, ARJONA, cuando estoy comportándome como una típica mujer histérica es el único señor que me calma). Y ayer, estaba escuchando una canción que escuché un incontable número de veces pero a la que jamás le presté demasiada atención, que me hizo pensar un poco. La canción dice algo así:
Si me dices que si dejaré de soñar y me volveré un idiota,
Mejor dime que no y dame ese si como un cuenta gotas;
Dime que no pensando en un si
Y déjame lo otro a mi,
Que si se me pone fácil
El amor se hace fragil y uno para de soñar.
Dime que no,
Y deja la puerta abierta.
Dime que no
Me tendrás pensando todo el día en tí,
Planeando la estrategia para un si.
Dime que no
Lánzame un si camuflageado,
Clávame una duda
Y me quedaré a tu lado.
¿Y qué concluí? Victimas un carajo! ¡Ustedes, hombres, son unos histéricos también! Pero, ¿saben lo que es peor? Que este histeriqueo del que todos formamos parte, nos encanta.
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