El colorido del día era irreal, cálidos como del atardecer pero a pleno medio día. La atmósfera estaba cargada de optimismo, felicidad, emoción y algo más que no reconocí.
Estaba en un mundo distinto, la tranquilidad era absoluta, los ruidos de la ciudad habían desaparecido, solo quedaba el sonido de la naturaleza y las caricias del sol. Todas las sensaciones molestas habían desaparecido, salvo una. La horrible sensación de la ausencia de algo. Algo, que en ese momento no sabía que era. Era lo único que me perturbaba.
La soledad también era absoluta, era casi perfecto.
De repente, la soledad y el silencio se vieron interrumpidos por una voz. Eso era, eso era lo que faltaba. La voz gritó mi nombre. Ya sabía a quien pertenecía, era el unico que podía acompañarme en mi soledad.
Busque el origen de ella desesperadamente, lo encontre detras mio.
Ahora no faltaba nada, estaba completa. Y ahora si era perfecto.
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